¡Ay! Ese Andrés...



No, no me refiero a "ya saben quién", sino a ése que viene cada mes y que mi novio odia más. No, no es por lo que creen, sino porque creo que a veces sufre más él que yo. Es cierto, en esos días que nos sentimos gordas, feas, incómodas, malhumoradas, desganadas, etc., porque nos convertimos en algo más sensible (y más difícil de desactivar) que una mina terrestre. ¿O no? En esos días los hombres deben irse con cuidado de dónde pisan porque un error y ¡PUM! Los volamos en pedazos...

Imagínense tener un pésimo día en el trabajo, aguantando estoica y profesionalmente gente nefasta al otro lado del cubículo, lidiando con gente terca al otro lado del teléfono, capoteando los reclamos del desagradecid@ de nuestr@ jefæ al que siempre le resolvemos la vida (y que usualmente nos paga con una patada en el trasero), cuidándonos de la vieja amargada e infeliz que está esperando el momento de dar la puñalada por la espalda y ni hablar de eso de arrear gente... y que entonces llegue ese tal Andrés... ¡Ufff!

¡¡¡¡Olvídense de los 4 jinetes del Apocalipsis!!!!!

El primero que pagará las facturas usualmente nuestra pareja: pretendiente, peoresnada, novio, prometido, marido, como se llame. Así como los anticuerpos atacan a las bacterias y virus, yo no sé por qué las neuronas y las hormonas se alocan y atacan frecuentemente a quien menos culpa tiene. ¡Aceptémoslo! Nunca he entendido esa parte pero es innegable. Obviamente que si nuestra pareja es culpable de alguna tontería, pues ni cómo salvarlo, pero lo que es cierto es que en esos días vaya que le sufren. ¿No me creen?

Malo si nos hablan ("¡te dije que no quiero que me hables!"), malo si no nos hablan ("¡Ah, ahora tú no me hablas!")... Malo si nos ignoran ("me estás oyendo, inútil!"), si nos dan el avión ("¡o sea que me tiras a loca!") o si nos hacen caso ("¿para qué me haces caso si sabes cómo ando?")... Malo si también tuvieron un mal día (y es que no podrán desahogarse porque claro, no pueden estar peor que nosotras) y malo si tuvieron un buen día (¡porque no es justo que la vida les sonría y estén de mejor humor que nosotras!)... Llevan las de perder, porque son 1 contra 3: contra una de nosotras, contra su orgullo y contra Andrés. Van a perder siempre... SIEMPRE... ¡ ¡ ¡ ¡ S I E M P R E ! ! !

Olviden flores, helados, chocolates, cariños, etc, pues en estos días prácticamente nada sirve para defenderse. Corrección: igual su tarjeta de crédito puede servir para comprar esa ropa/zapatos/bolsa que nos hace falta y bien podría apaciguar nuestra furia temporalmente (no, ¡nunca tendremos suficientes, entiéndalo hombres! jajaja). 

Personalmente admito que un día no estaba de humor y tuve una discusión con aquél, pero como habíamos quedado en salir me invitó a cenar. Sí, la pasé bien, me consintió y me trató como princesa y camino al auto le volví a sacar el reclamo por haberme hecho enojar, jajajajaja... ¡Obvio, se fue furioso de mi casa! O una vez que estaba muy enojada, que no lo quería ni ver (y no, esta vez no había sido su culpa), me llevó flores para hacerme sentir mejor y ¡casi hago que se las trague! Claro, para después decirle que disculpara mi actitud, que estaban muy bonitas y que aprecio todo lo que intenta para animarme, pero yo siempre dije que fue su culpa por aparecerse cuando no lo quería ver, jajajajajaja.... Sí, así me porté (ese maldito orgullo que jamás nos va a dejar que les demos la razón)...

Cuando un hombre de verdad nos ama (claro, un hombre de verdad, de esos que decimos que ya no hay, pero que cuando los encontramos muchas veces no los valoramos), va a intentar de corazón lo que sea para hacernos sentir mejor. Desde un abrazo, un beso, una caricia, un detalle, o simplemente escucharnos. Llueva, truene o relampaguee, intentará lo mejor, sabiendo que correrá en un campo de minas, que lleva las de perder. Posiblemente sí estemos o nos sintamos más vulnerables pero he visto que ellos bajan sus defensas para tratar de hacernos sentir mejor y muchas veces son ellos quienes pagan los platos rotos y lo peor es que no nos damos cuenta cuánto los lastimamos. Ellos entienden que estamos en días difíciles, que son inevitables porque así es la naturaleza, pero también hay veces que aguantan más de lo debido. Ok, aceptó que también ellos tienen sus días, ya lo platicaremos en otro post, pero en el intento de demostrar esa fortaleza, no dejan ver que salieron lastimados. Yo creo que es algo que traemos cargado en los cromosomas, porque todas somos iguales, ¿o no?

El caso es que frecuentemente no dan una pero porque no los dejamos. No, no es mentira. Si realmente nos fijáramos que ellos también le sufren en esos días, tal vez podríamos intentar darles esa oportunidad de hacernos sentir bien y ambas partes ganaríamos. Un patán preferirá darse la vuelta e irse hasta que pase todo, pero un hombre de verdad estará ahí haciendo todo lo posible por dibujarnos una sonrisa. Un hombre de verdad enfrentará a Andrés, a nuestro orgullo y nuestro mal humor, aunque sepa que lleva las de perder y estoy segura que lo volverá a hacer el siguiente mes. Pero si nosotras no cedemos un poco, si no les agradecemos el esfuerzo y entre los dos combatimos a Andrés (y al orgullo, claro!) eventualmente ellos dejarán de intentarlo.

Andrés seguirá llegando cada mes (claro, ¡de repente hay excepciones! jajajajajaja), el trabajo seguirá teniendo sus días malos y la gente nefasta seguirá apareciendo en nuestro camino. Que nuestra pareja haga todo por animar nuestro día, así sea con el mínimo detalle, es como cuando está de noche y aparecen las estrellas. Un pequeño puntito de luz es suficiente para acabar con la oscuridad.

Carolina Moretti

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